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jueves, 9 de febrero de 2012

Cuando las paredes hablan...de ¡Revolución!

Ahora, cuando los escépticos hablan de invierno árabe y los analistas internacionales ven un ajedrez geoestratégico en las revueltas, es un ejercicio de ánimo vigorizante acudir a la exposición de la Casa Árabe Las Pintadas de la  Revolución. Política y Creación Ciudadana. Lo es porque se trata de la plasmación de un arte popular incipiente, que habla de los ciudadanos y de su contexto socio cultural. Pero sobre todo es una herencia que atestigua el ánimo revolucionario de una juventud inquieta. A través de 200 pinturas y fotografías, comprobamos ese aliento transformador que prendió fuego en las carnes del tunecino Bouazizi y se propago por las vecinas Egipto, Libia, Yemen, Siria...






Desde el mes pasado y hasta el 1 de Abril, la casa árabe alberga la exposición Las Pintadas de la Revolución. Política y Creación Ciudadana. Esta iniciativa tiene como objetivo dar a conocer el sentimiento revolucionario de un pueblo joven a través de un movimiento artístico incipiente e igualmente transformador: el graffitti y la pintura mural. La colección consta de dos centenares de fotografías y pinturas recogidas en varios de los países árabes que se levantaron contra el sistema desde diciembre de 2010 (Túnez, Egipto, Libia, Yemen y Siria).



Que la población toma el espacio urbano como lugar de representación y reivindicación no es algo nuevo. En la imaginería popular todavía yace la presencia de los muros de la Sorbona plagados de eslóganes en el 68. Sin ir más lejos, también guardamos en la retina garabatos y carteles de protestas populares como las del 15-M o las de los universitarios españoles de los 80. Sin embargo, lo verdaderamente altera la estética de la pintada callejera son, por una parte la fauna icónica que las caracteriza y, por otra, el contexto socio cultura en el que se desarrollan.

Tal y como dice Yves González-Quijano, investigador del IFPO (Instituto Francés de Próximo Oriente), “El mundo ha descubierto un mosaico de palabras y eslóganes igualmente intercambiados en las pantallas de ordenadores y móviles por una juventud que ya no quería el mundo que le dejaban, y cuya inventiva y humor han sorprendido”.  En efecto, uno de los elementos más utilizados en las pintadas es las que hacen referencia a los nuevos canales de comunicación de la web 2.0. Se debe sobre todo a una realidad subyacente que muy bien explica el propio González-Quijano “las creaciones gráficas de las revoluciones árabes hablan con el lenguaje de una juventud que ha tomado el poder demográficamente (hoy, más de la mitad de la población tiene menos de veintidós años)”.



Muy al contrario de lo que pueda parecer, no se trata de una juventud ingenua e ignorante que permanece resignada al devenir geopolítico de su zona. Se trata de una población joven y dinámica, preparada tanto en universidades como al abrigo inacabable de la información en Internet. Si hacemos un símil con Sartre, autor de cabecera para el mayo francés, los jóvenes árabes son conscientes de su condena perpetua a ser libres, más si cabe en un mundo culturalmente globalizado. He aquí otras de las características plásticas del nuevo arte revolucionario, y es que es heredero de un sincretismo cultural que desemboca en la convergencia absoluta de discursos. Es “una cultura del préstamo, de la cita, de la recuperación, de la tergiversación; eslóganes que se dirigen voluntariamente a Occidente retomando sus palabras e iconos, a la vez que recurren a sus propias fuentes manejando todos los registros de la lengua y la cultura popular” según explica el investigador del IFPO en Beirut.



Porque es precisamente eso, una cultura que se cae del regazo de un ¿poscolonialismo? Los garabatos muestran numerosos guiños y proclamas a occidente, que en su cultura etnocéntrica bipolar (The west and the rest), ha dejado a merced de sus tiranos satélites en África toda una población que demanda lo mismo que se garantiza en la mayoría de las constituciones de Occidente: libertad, democracia, igualdad, progreso, derechos…

 TÚNEZ

Túnez, y en concreto el cuerpo de incandescente de Mohamed Bouazizi, fue la chispa de un movimiento subversivo que se extendió por la hectáreas de los cenicientos campos norte africanos. Así lo quiso detallar la artista Faten Rouissi, que se valió de lo que dejo el fuego, símbolo que ilumino la revolución, para crear una suerte de protesta polícroma surgida de las cenizas, como el mito del ave fénix. Así, pueden verse en la exposición las pinturas realizas sobre un continente en alguna hora calcinado, pero que se nos presentan con el color vivo del aliento efébico y revolucionario.



EGÍPTO
   
En Egipto heredan el culto a los muertos, y sobre todo al mártir, tan antropológicamente cultivado en las civilizaciones mediterráneas para conformar sus pinturas. También prevalecen los murales cargados de sentido e ingenio, que recuerdan al artista callejero Bansky. Son abundantes las referencias al 25 de Enero, día en el que Tahrir pudo empezar a llamarse “Plaza de la Liberación”. Los dibujos manejan, además, con sorna y creatividad elementos del país que son referencia en el mundo occidental, como la historia de las primeras civilizaciones. Pero se incide mucho en los elementos que han hecho que las revueltas se globalicen: las redes sociales, el blog y la telefonía móvil.




YEMEN

    En Yemen la sedición fue una actitud que llevaron, en gran medida, los universitarios y los artistas. De ahí que las pinturas se atengan a espacios más intelectuales, aunque no por ello elitistas. El epicentro de la pronunciación popular fue la Plaza del cambio (Sanaa) en donde además se realizaron dos exposiciones que alimentaron este nuevo arte del pronunciamiento: La exposición Artística por la Revolución y La exposición de Jóvenes por la Libertad y la Justicia.



LIBIA

La sátira del tirano y la burla del régimen son en los elementos definitorios de su arte mural. También es frecuente el orgullo de una nación en armas contra el dictador. A través de la caricatura propia de las viñetas periodísticas se establece una línea temática recurrente en estas pinturas. 



SIRIA

    En siria la crítica más aguda se vale del elemento de lo ausente. En la exposición yace un muro vacío dedicado a las pinturas que son pero que todavía tienen que trascender. Bajo la sentencia de “Espacio reservado a las pintadas de Siria (Cuando se puedan realizar y fotografiar en las calles de las ciudades sirias)” se muestra un vacío que interpela al observador, la nada como denuncia del teledirigido bloqueo informativo. La ausencia solo se rompe por el sonido de Bayum Raqam Wahid, la canción estandarte de los levantiscos sirios…






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