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miércoles, 30 de noviembre de 2011

Palestina como objeto de representación cinematográfica




          Hoy, se ha conmemorado el Día Internacional de Solidaridad con el Pueblo Palestino. Recordando esta efeméride, desde el fin de semana pasado y hasta el próximo domingo 4 de diciembre, se celebra en la ciudad de Madrid la II Muestra de Cine Palestino. Según sus organizadores, encabezados por la asociación Handala, el ciclo tiene como finalidad “dar a conocer la historia, la cultura y la creación palestina”. En esta ocasión, el programa de actividades se agrupa en torno a diversos bloques temáticos, como: Historia, la ocupación israelí y pueblo palestino, Palestina en la diáspora; la población refugiada, las mujeres palestinas, el muro y los asentamientos de colonos, culturas e interculturalidad, la resistencia no violenta, Jerusalén bajo la ocupación y el bloqueo a Gaza. Además, aparte de proyecciones, la muestra contará con conferencias, exposiciones, coloquios con los artistas y un curso sobre el cine documental palestino*.
 


Aposiopesis tuvo la oportunidad de acudir a la jornada que se desarrollo ayer en la Sala Berlanga, en la que se proyectaron dos documentales de la reconocida escritora y cineasta Liana Badr: “Estado de sitio” (2002) y “Las puertas están abiertas a veces” (2006). Ambas películas cuentan, desde una visión muy personal, las penurias, sufrimientos e ignominias que tienen y han tenido que sufrir los palestinos bajo la ocupación Israelí. Los relatos se articulan en dos momentos y acontecimientos fundamentales en el desarrollo cercano del conflicto, la intervención de las tropas de Sharon en 2001-2002 y la construcción del muro posterior a ese acontecimiento.
  
Las historias están contadas con los mecanismos lingüísticos propios del documental y utilizando el recurso de ocularización externa. Sin embargo, la directora en ningún momento renuncia a una cierta plástica poética,  que a veces es evocadora, otras veces melancólica, a menudo bucólica, pero siempre de una sobriedad pasmosa. Una circunstancia que no es de extrañar si atendemos a las explicaciones que daba la propia Badr tras la proyección de los films: “las películas están rodadas con una cámara digital casera, un instrumento muy útil por su movilidad y bajo costo. Los medios allí son muy escasos y existe una gran dificultad para rodar escenas largas, ya que estás continuamente sometida a posibles agresiones. En realidad, la mayoría de proyectos de este tipo se quedan a medias por los grandes problemas que tienen que superar los artistas,  es algo muy frustrante”. Además, son narraciones que, a pesar de su perjuicio técnico, representan a la perfección una visión de la realidad mucho más cercana que las que se proyectar desde el exterior, aun contando con todos los medios al alcance. Esta es una de las cualidades más evidentes en ambos documentales, el valor añadido y de autoridad del testigo autóctono.



Son muchas las personalidades que han denunciado o siguen denunciando las continuas violaciones y vejaciones que sufre la población árabe-palestina con el bloqueo. Nos han quedado en la retina, por ejemplo, el asalto a la ‘flotilla de la libertad el año pasado, cuyas abominables consecuencias siguen sin tener reparo, o el activismo del artista Bansky con murales de una profundidad simbólica que han creado escuela. En cualquier caso, proyectos como el que tenemos la ocasión de presenciar esta semana, son los que dan voz a testimonios de primera mano y nos ayudan a conocer las trabas de una sociedad en su desarrollo diario, como: alumnos de una escuela infantil que tiene que soportar esperas interminables y cacheos humillantes; agricultores que pierden su cultivo, y por lo tanto sus sustento, al hallarse, de pronto, detrás de la barrera; un hogar encerrado por el hormigón de la frontera, etc.  “Las relaciones familiares se desgastan ante la inexistente libertad de movimiento entre las poblaciones. Los ataques a individuos que se acercan demasiado al muro desde zona palestina son continuos y dejan numerosas víctimas. Con el muro, Israel a usurpado el 25% del territorio palestino y a día de hoy todavía sigue construyendo en nuestra zona” denunciaba Badr.


De otro cariz más crudo son las voces sobre la invasión. Según el ex ministro de exteriores,  Miguel Ángel Moratinos, asistente a la muestra y testigo de la ocupación: “no había nadie que se enfrentase y plantara cara a los tanques. Yo fui el único diplomático que se encontraba allí, como enviado especial de la UE. La única ayuda que pudimos ofrecer fue la de estar allí era evitar, mediante nuestra presencia, lo que a todas luces fue una decisión estratégica de acabar con la autoridad nacional palestina”. Hoy, el conflicto palestino-israelí vuelve a entrar en las rotativas con el intento de Abbas de que Palestina sea un estado miembro reconocido por la ONU, no sin las reticencias y sanciones de Israel y EEUU. Pero también por el anuncio de las elecciones para del 4 de mayo, que es una prueba del acercamiento entre Hamas y Fatah. “La reconciliación ha sido y es un paso importante, no sé sabe como concluirá todo, pero hay que buscar la unidad. Palestina es un pueblo ha demostrado ser un pueblo suficientemente maduro como para conformarse como estado. Está institucionalmente preparado. En este sentido, tiene más capacidad para ser reconocido que, por ejemplo, Sudan del Sur, una de las últimas incorporaciones a la ONU. En fin, Palestina debería ser reconocido” reflexionaba Moratinos.

Quien esté interesado en indagar en este tema, a parte de la II Muestra de Cine Palestino, puede acudir mañana a la última de las sesiones de las Jornadas sobre ‘El Mediterráneo: un mar de dudas y esperanzas’. Allí, se podrá ver el documental This is my land…Hebron, de Giuli Amati y, a continuación, tendrá lugar una mesa redonda bajo el título ‘¿Algo nuevo en Palestina?’.



*Sólo las proyeciones del Matadero (sala terrario de Intermediae) y de la Sala Berlanga son de acceso gratuito

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