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miércoles, 24 de abril de 2013

...¿Hacia una inteligencia colectiva?...

Si hay un término de moda para hablar de las estructuras sociales en este milenio este es Redes Sociales. Desde que se pusieran de moda los ya lejanos MessengerMyspace o el intento fallido de Second Life, el concepto de interactividad ha entrado en cualquiera de las definiciones de la Web y de nuestra manera de relacionarnos como nodos. Pero ¿Y si despejáramos de esa ecuación que son las redes sociales el factor tecnológico? ¿Hay redes sociales sin Internet? ¿Son las redes distribuidas causa o consecuencia del factor tecnológico? O las preguntas quizás más interesantes ¿Puede el ser humano actuar, o mejor dicho, pensar de forma colectiva? ¿Tiene el ser humano esa capacidad que tienen algunos animales en la naturaleza de pensar colectivamente, como lo hacen las abejas, hormigas, aves migratorias, bancos de peces?  ¿Estamos en disposición de hacerlo gracias a las TIC?
“Red social significa que cada individuo de una multitud inteligente es un nodo que tiene enlaces sociales (canales de comunicación y vínculos sociales) con otros individuos. Los nodos y los enlaces, elementos de las redes sociales creadas por humanos, son también componentes fundamentales de las redes de comunicación construidas con cables de fibra óptica o dispositivos inalámbricos, una de las razones por las que las nuevas tecnologías de comunicación han propiciado cambios tan profundos”.(Rheingold, 2004: 196)
Ya hemos dado muestras suficientes en este blog de huir de todo determinismo tecnológico. De hecho nuestra postura es la de superponer la fofa materia gris al rígido circuito integrado. Por eso la necesidad de cuestionar todas las veces que haga falta la intervención necesaria de cualquier dispositivo o software ante ¿su? inmediata acción colectiva. Siendo esto así, tampoco queremos negar que exista una mediación. Efectivamente, nuestro lenguaje o modus operandi se ve adaptado a los recursos. Se trata pues de considerar lo tecnológico no como una prolongación de nuestros órganos sino como una herramienta que aprendemos a utilizar a nuestra conveniencia y para nuestros objetivos

Esta reflexión pondría en cuestión el factor nuclear de las Redes Sociales de Internet (RDI) y de los dispositivos móviles en las mal llamadas revoluciones de twitter, algo que por otro lado es obvio. Por lo tanto, lo que estaríamos afirmando es que el nuestra  red social se teje, claro está, al margen del ciberespacio. Es decir, que las personas con las que interactuamos y con las que llevamos a cabo una movilización son personas que en realidad se encuentran, de alguna manera, cercanas a nosotros: ya sea mediante una afinidad ideológica, por pocos eslabones de contacto, por que forman parte de una comunidad común… Es decir, que antes de que la conexión se dé en la red  esta conexión ya está latente en la realidad.

Por lo tanto, lo que nos está brindando la red es un espacio de interacción en la que ‘re-presentar’ y ‘re-forzar’ esa identidad colectiva. Pero como decimos, el ser humano infiere tanto como es inferido y adapta su entorno tanto como se adapta él mismo.  “Las posibilidades de los objetos animan a los cuerpos, los pone en movimiento” (Martínez de Albéniz y Lasén, 2008: 258). Luego también nos movemos en la medida en la que el entorno nos permite hacerlo. Y siendo como es el ser humano un individuo con una curiosidad insaciable, es de espera que oteé cualquier rincón que se ponga a su alcance.



Es entonces cuando llegamos al primer interrogante ¿Y si la inteligencia no tuviera la cabeza como única habitación? Puede que “la inteligencia no se limita al cerebro; también surge en los grupos, como en la colonia de insectos, en la conducta social y económica de las sociedades humanas”. (Rheingold, 2004: 205) Esto querría decir que a mejor conexión, o mejor dicho, a mejor conciencia de esa conexión “los sistemas sociales de autoorganización que han impulsado la evolución social humana mejorarán gracias a los sistemas, autoorganizados y distribuidos, de información y comunicación”. (Rheingold, 2004: 207) Una hipótesis que se corrobora si consideramos que “los grupos enlazados a través de redes en línea, pueden tomar  decisiones colectivas que resultan más exactas que el rendimiento de los mejores pronosticadores individuales”. (Rheingold, 2004: 207)

De esta manera convendríamos que “la sociedad humana es un organismo colectivo adaptativo y que la evolución social de desarrolla según la misma dinámica que la evolución biológica”.  (Rheingold, 2004: 207) Con el matiz que el resto de criaturas que usan esa inteligencia colectiva no tienen el desarrollo intelectual que tiene el ser humano en sí. No se puede negar que la evolución histórica de las sociedades humanas es producto, precisamente, de la interacción, el desarrollo y el conflicto de esos mismos individuos y sociedades. Pero lo que está en lid va más allá, está en la posibilidad de actuar de manera consciente como un enjambre. Algo que ya hemos visto en forma de pinceladas espontáneas en Seattle (1999), Filipinas (2001), España (2003) o más seguidas y sostenidas como las movilizaciones en Egipto, España o incluso EE.UU durante 2011.



  

  • MARTÍNEZ de ALBÉNIZ, I y LASÉN, I. (2008). 'Movimientos, mobidas y móviles' en SÁDABA, I. y GORDO, I: Culturas digital y movimientos sociales. Madrid, La Catarata pp. 243-246
  • RHEINGOLD, H. (2004): Multitudes inteligentes. La próxima revolución social. Gedisa, Barcelona

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